Así fue mi niñez

Recuerdos de mi infancia

de Luis Alberto Etze

Cuando yo tenía 8 o 9 años no había celularesni Wi fi, ni Net Flix. No tuve una play station. No me imaginaba el Facebook. El teléfono fijo era raro, y la televisión, sólo en blanco y negro era un privilegio: en muy pocas casas tenían un televisor, la mayoría nos 


 contentábamos con verla en el club y con un solo canal.

Recuerdo un día en que, creo que tuve gripe, mi mamá se acercó a mi cama, que estaba cubierta de revistas y me contó sorprendida y con una cara mezcla de curiosidad, asombro y novedad, que en el club estaban descargando una caja grande, que contenia un aparato que era como una radio pero decían otros cuiosos, se podian ver las imágenes de las personas que hablaban. Parecía estar sorprendida de la extraña “cosa” y me lo comentó con esa sensación de no saber que era “eso”. 

(Para mi comenzaba a develarse el gran secreto: Estaban las personas que hablaban dentro del aparato que llamábamos radio, y en ese caso como habían entrando en el? )

Con mis amigos hacíamos sociales, no tenía contactos pero tenía a mi pandilla del barrio: Tito (o minquia como le decían muchos), el vasco Unsain , el flaco Delguy, el Vasquito, que cada vez que yo pasaba por la casa me quería pegar, Jorgito, Ramón y Pepe, (hijos de Doña Teresa, que arrastraban un drama que yo no entendía: Habísn venido de España y se les había muerto el papá. En fin.  amigos a los que no tuve que "pedirles amistad" porque nos hicimos amigos espontáneamente y perduramos en el tiempo.

Jugábamos a las escondidas y a la mancha venenosa.

Las figuritas no se compraban ni se intercambiaban: se ganaban jugando al "revolea", "al medidita" o "al puchero."


Lo mismo pasaba con las bolitas. Yo tenía mi puntera (la que me hacía ganar) y estaba toda picada de tantas "quemas". Con un hoyo y quema -pegarle a la otra- ganabas la partida.

Mi mamá me había hecho una bolsita donde las guardaba junto a un bolón que aun hoy, no sé para que servía.

Todo terminaba con un "cabeza" o un picado en la plaza, donde los pullovers y las camisas hacían de poste del arco...y por fin el llamado, no desde un celular, sino desde la garganta de mi vieja, que me gritaba "Luisitooo ...¡a tomar la leche!"

Y la leche era Toddy, al que disfrutaba con algún amigo y pan untado con Kero, mientras escuchábamos por radio Splendid a Tarzán, después a Batman y Robin y, por último, a Sandokán El Tigre de la Malasia.

Cuando me portaba mal la cosa era sencilla: no había asistente social ni psicólogo, sólo una "chancleta" o un "hoy estas en penitencia", lo mejor que implicaba "prohibido salir a jugar".

Y a la nochecita, sobre todo en esas noches de verano, no chateaba. Charlaba con mis amigos contando mil y una cosas que siempre eran "novedades" y no invariablemente eran verdades, y no faltaba quien te contaba una nueva "novedad" con palabras que te ponían los ojos como el dos de oro, y a veces un poco colorado sin saber qué significaban esas palabras; pero simulando, ante ellos, que sí las conocías.

Recuerdo cuánto me costó pronunciar "esa palabra" por primera vez. Después salía sola y la habré usado miles de veces y así como había una que involucraba a la madre, esta que me costó tanto pronunciar por primera vez, se refería a la hermana.

No había gel para limpiarse las manos, sino jabón o jabón de lavar la ropa para limpiarnos la mugre cuando jugábamos con tierra. No había bactericidas en aerosol sino una piedra de alcanfor colgando en una bolsita del cuello.

Cuando jugando a las escondidas o a la mancha, transpirábamos mucho o a la tardecita, y las s corridas nos daban sed, sabíamos que allí, en las sombras, estaba la manguera que mi papá dejaba abierta en el jardín para regar los pensamientos y los corales, la usábamos para fines menos convencionales: Tomar el agua del pico y mojarnos la cabeza empapada.

Cuando llovía o hacía frío el juego era “El Meccano". Nunca pude armar las hermosas figuras que aparecían en el manual. Siempre fui impaciente y desordenado.

Durante el invierno, cuando iba al colegio a la mañana, la cosa era ir pisando la escarcha que hacía "cric cric" al pisarla. Que yo recuerde, en el grado no había calefacción, pero el frío te pegaba y los pullovers te defendían.

Los lunes esperaba que me llegaran dos revistas que amaba: El Billiken y el Patoruzú, y si bien teníamos reloj y conocíamos las horas y el tiempo y los días se calculaban de otra manera.

Solos en las veredas, o mejor dicho en los cordones, jugábamos carreras de autitos y así disfrutábamos cada minuto del día. Y de pronto, llegaban los signos que yo conocía, los signos que me indicaban que la época más linda del año había llegado al fin:

Cuando era chico, yo esperaba tres cosas que me indicaban que venía el tiempo lindo: mi cumpleaños, el  de diciembre, las fiestas patronales de la Iglesia tres días después y luego, sin solución de continuidad Nochebuena, Navidad, Fin de Año y Año Nuevo y por fin lo más importante: LOS REYES.

Para mi tenia doble significado; en la mañana del 6 de enero, buscar los regalos junto a los zapatos, en mi casa, en lo de mi abuelo "Hombre” (así lo llamaba) y abuela Nieves y, por la noche, ir al cumpleaños de mi abuela Amalia.

Pero me fui de tema, estaba contando esas tres cosas que me ponían contento porque se acercaba la época linda del año que para mi era larguísimo...(no se si habrá habido algún cambio pero ahora me parece cortísimo)

La primera era una flor que aparecía en una época cercana al tiempo lindo que mencioné antes, después supe que se llamaba amarilis.

La segunda unas flores hermosas que lucían en las macetas (que mi papá pintaba de verde o rojo) y que con el sol de la tarde se ponían exultantes: Mi mamá me decía que era la "enamorada del sol” ,No se cuál es el nombre real pero para mí seguirán llamándose siempre así.

Por último, el tercer indicio de que la época linda estaba muy cerca: Frente a mi casa había un club (Futbol Club), y un día, para esa época, estacionaba un camión con acoplado, bastante importante, con las barandas altas de madera en el que traían la cerveza que en aquella época era disfrutada solo en verano...y serviría entre otras cosas, para acompañar las noches de los bailes de carnaval que yo sabía llegaría antes de comenzar de nuevo las clases.

Supongo ahora de grande, que era la carga inicial del verano con esa bebida, después, quizá todas las semanas un camión más chico reponía los cajones vacíos, pero eso nunca lo noté, yo siempre recuerdo el camión inicial como indicio seguro que se acercaba el tiempo lindo.

Y después que habían pasado los reyes pasaban unos días que disfrutábamos en las esquinas "cazando" mariposas que pasaban de a miles por los corredores que formaban las calles transversales. Una rama arrancada de un árbol era el instrumento para la caza y un frasco (con la tapa agujerada para que puedan respirar) el lugar donde guardar el botín de guerra.

Y después de eso comenzaba el remate final de esa época linda: El Carnaval....

A la tarde matizado con las guerras de agua varones contra mujeres, hasta que mi mamá me llamaba, para tomar la leche y cambiarme (no sin antes recibir un reto porque con la ropa mojada le dejaba charquitos en la casa) porque en el Club al atardecer estaba " El Gran Concurso de disfraz y fantasía" donde muchos chicos desfilaban disfrazados recibiendo el aplauso de los espectadores.

Y así bajo el llamado de los locutores oficiales (Carabetta y Eldo Bianco) pasaban "La Garterana", "Cenicienta", "El Clown", "Frankestein" y un sin fin de disfraces clásicos que tenían nombre y apellido y el día martes de carnaval concluía la fiesta con un escenario infinitamente adornado por juguetes que servirían de premios para los mejores disfraces y de atracción y envidia para nosotros, que veíamos en esos juguetes algo tan preciado como un tesoro imaginario.

Y así pasaron los años, y aquí estamos, sobreviviendo a esa infancia feliz que sabemos no volverá pero siempre recuerdo como la Niñez hermosa que se disfrutaba sin tantos aparatos y sin menos cuidados ni productos de limpieza (salvo el Rinso y el Azul para blanquear la ropa).

¿Será Verdad, o será como dicen, que todo tiempo pasado fue mejor?

Quizá mis hijas, o mis nietos si alguna vez encuentran estas líneas puedan dilucidar el enigma.

 

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