De no creer ¡Estamos salvados! Ahora tenemos a Hugo Chávez
Por Carlos M. Reymundo Roberts | LA NACION
El gobierno norteamericano y legisladores de ese país volvieron a mostrar esta semana su preocupación por el mal clima de negocios en la Argentina. Dicen que cerramos las fronteras, no pagamos las deudas y somos poco confiables. Tengo un mensaje para la Casa Blanca y el Capitolio. Tranquilos. Ahora todo va a cambiar: ¡acabamos de asociar a Chávez al Mercosur!
Estoy convencido de que suspirarán aliviados. El comandante Hugo es sinónimo de seguridad jurídica, y si bien ha expropiado miles de empresas, propiedades y medios de comunicación independientes, lo ha hecho de frente y hasta suele pagar las indemnizaciones (ésa es la parte del socialismo bolivariano que a Cristina no le gusta).
También los argentinos estamos felices. Ahora, por fin, avanzará el gran gasoducto anunciado durante la presidencia de Néstor, que unirá Caracas con Buenos Aires. Las obras están un tanto demoradas: digamos, todavía no empezaron. Pero cuando empiecen, atájense. Irán a la velocidad del Banco del Sur, anunciado en 2007 y pensado como un Fondo Monetario Sudamericano. Es una idea buenísima, espectacular. Básicamente por ahora es sólo eso: una idea. Ya tomará cuerpo y pondrá de rodillas al otro Fondo Monetario y al Banco Mundial, aunque para los argentinos, y especialmente para el kirchnerismo, suponga un gran sacrificio: vamos a proponer que lo presidan Boudou y Vandenbroele, dos emprendedores que seguramente en algún momento se van a conocer.
A mí se me hace agua la boca pensar en el impulso que ganarán otras iniciativas que venimos anunciando desde hace años. ¿Se acuerdan de la moneda común regional, el sucre? De todos los proyectos es el más avanzado, con el único matiz de que por ahora esa moneda común es el dólar. Pienso que si queremos que esto se termine de concretar, la persona indicada para manejarlo es -otra vez- Boudou. Le decís que hay que crear una nueva moneda y el tipo te resuelve todo.
¿Y el Tren del Sur? Lo anunciamos con bombos y platillos el 20 de agosto de 2008 en la estación ferroviaria La Rinconada, de Caracas. Qué maravilla: un tren que iba a unir esa capital con Buenos Aires. "Es una utopía realizable", se animó la entonces embajadora argentina en Venezuela, Alicia Castro. Las obras empezaron y terminaron ese día. Parece que la gente prefería otro tipo de turismo de aventura. Pero ahora que Schiavi está sin laburo podríamos encargarle que lo retome. En todo caso, con la sugerencia de que el tren llegue a Retiro, más que a Once.
¿Y las 600 estaciones de servicio que iban a instalar aquí Enarsa y Pdvsa? Sólo se hicieron dos y creo que ya desaparecieron. Otra vez: la idea era excelente. Quizá el problema fue que la financiación era del Banco del Sur, el gas iba a venir por el gran gasoducto y los materiales los tenía que traer el tren de la utopía.
Enarsa y Pdvsa tampoco construyeron una represa, como habían prometido, y nunca se concretó el proyecto de crear compañías mixtas para la potenciación del gas natural vehicular. Está muy bien. Si se hace todo de golpe los pueblos se acostumbran mal.
La incorporación de Chávez al Mercosur garantiza otras cosas. Los aviones que vengan de Venezuela con dólares para la campaña de la señora ya no van a tener que pasar por incómodos controles aduaneros. El tráfico aéreo será mucho más fluido. Por ejemplo, si el equipo de Boca esta semana tardó cuatro días para volver de Caracas, en el futuro probablemente no serán más de dos o tres días.
Otra ventaja: hace unos años Chávez nos prestó 1000 millones de dólares a una tasa del 14%, considerada abusiva. Por ejemplo, es muchísimo mayor a la que te cobra el FMI. Se armó tal escándalo que no le volvimos a pedir un dólar. Fue el último tipo que nos tiró unos mangos y lo tratamos de usurero. Ahora que es nuestro socio (y que el mundo sigue sin prestarnos nada), deberíamos disculparnos y volver a financiarnos con él. Un trato equitativo: nosotros decimos cuánto queremos y él dice a qué tasa. Confiemos. No creo que pase del 20 por ciento.
Por otra parte, ya lo dijo la señora: ahora el Mercosur es la quinta economía del mundo. No importa que vivamos a las trompadas comerciales con Brasil, que Uruguay nos acuse de coimeros por un trabajito de dragado en el Río de la Plata y que hayamos promovido la suspensión de Paraguay para poder hacer entrar por la ventana a Venezuela. No importa si en Brasil desde el próximo año se van a poder comprar dólares hasta en las gomerías, y que nosotros aquí queramos hacer de goma a los que compran dólares. Lo importante es que nos queremos. A mí, la foto de Cristina, Dilma, Hugo y el Pepe juntando sus manitos en Brasilia me pareció re cariñosa. Que se peleen los empresarios, se recelen los pueblos y se maten los gobiernos: los presidentes comerán perdices.
Bienvenidos, pues, comandante Hugo Chávez y República Bolivariana de Venezuela. Bienvenidos el gasoducto, el banco, el tren, el sucre, las estaciones de servicio y la refinería. Bienvenidos Antonini Wilson, los aviones cargados de dólares y los negocios transparentes en el Caribe socialista. Y bienvenido, sobre todo, un Mercosur más democrático y respetuoso de los derechos humanos, en el que los asesinos y violadores de nuestras cárceles podrán resarcirse haciendo campaña por Hugo en Caracas.
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